12 de junio de 2020

Fase 3: Cervantina 5






 NUEVO CAPÍTULO DE LA OBRA
nacido de la peñola de Marta Villanueva de 3º de ESO

 La batalla de Don Quijote con unos manzanos y el biólogo Sansón Carrasco

    En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, se encontraba confinado en casa, un hidalgo de los de mascarilla en cara, guantes equipados, desinfectante guardado y espada en mano. En los ratos que estaba parado, este nuestro hidalgo se dedicaba a leer todo acerca del Covid-19 con tanto miedo y disgusto, que olvidó todo lo que hacía para tener pan sobre la mesa.
    Una de las noches en las que nuestro caballero se encontraba confinado en casa, se puso como todas las noches después de la cena a leer las noticias y enlaces que le pasaban por el grupo de WhatsApp, (su sobrina, el ama, junto a Sancho y su mujer, que formaban el grupo  de WhatsApp titulado: Los de la Mancha) que trataban todos de lo mismo, el tema principal de estos días, el Covid-19. Todos los artículos decían mil cosas diferentes, uno decía que lo propagaron los pangolines, otros dicen que fue una persona que se comió un murciélago que contenía este virus, muchos otros que es un arma biológica diseñada para acabar con cierto porcentaje de la población, en fin, nadie daba nada por seguro. Don Quijote empezó a darse cuenta que esto no podía seguir así, tenía que buscar alguna forma de acabar con tantas dudas:
- ¿Por qué no dicen la verdad sobre qué pasó?, ¿por qué causa tanto daño en los humanos?, ¿se puede saber de alguna manera la verdad? – Pensaba todas las noches Don Quijote.

  Esa noche algo en él se iluminó, tenía que salir a responder todas estas preguntas que tenía, así que yo Cide Hamete Benengeli os pido por favor que no le contéis lo que os voy a narrar a continuación a nadie, porque si no la sociedad va a estar muy furiosa con nuestro hidalgo.
A la mañana siguiente, don Quijote sin haber pegado ojo en toda la noche planeándolo todo, se prepara para salir en busca de respuestas. Y lo primero que hizo fue desinfectar y cubrir con plástico una armadura de sus bisabuelos, que estaba olvidada desde hacía siglos en un rincón. Después desinfectó un morrión y lo convirtió en una celada con visera de plástico transparente, de manera que le protegiese el rostro de los gérmenes. Bajo de esta celada, se hallaba cubriéndole la mitad del rostro, una mascarilla por supuesto. Iba bien protegido para combatir contra el virus, pero eso no significa que tenga que ir desprotegido de armas, así que cogió su magnifica espada ya afilada y por supuesto, desinfectada, y salió con todo puesto de su habitación. 

La sobrina y el ama al ver la pinta que llevaba don Quijote, no se resistieron preguntarle a qué se debía esto ahora. Así que intercambiaron miradas y sucedió así:
- Se lo digo yo o se lo dices tú… – Le dijo el ama a la sobrina.
- Dígaselo vos ama, yo estoy en estado de shock aún. - Respondió la sobrina sin dar crédito de por qué se encontraba con esos atuendos.
-Señor amo, le podría preguntar por qué usted se ha protegido tanto, ¿¡No penará salir a buscar ahora aventuras con los tiempos que corren, verdad!?- Preguntó furiosa  su amo.
-Debo salir a salvar a todos de esta pandemia -Respondió don Quijote al ama- Usted no me dice que tengo que hacer, me he decidido a salir y voy a salir, para que todo vuelva a ser como antes. – replicó el hidalgo.
-Amo, sabes que te tuviste que volver de tu tercera salida porque empezó todo esto del confinamiento, si te ve la Santa Hermandad te llevaran a galeras y allí están todos contagiados, no puedes arriesgarte a salir señor -intentó convencer de nuevo al hidalgo.
-Correré ese riesgo por salvaros a todos, si me ven les diré que he salido a comprar pan, todos usan esa excusa, yo no voy a ser menos que ellos. Así que con esto me despido, pero no temáis iré junto a Sancho, que le envié un mensaje la noche pasada y ahora voy a salir en su busca y empezará otra de nuestras aventuras, que no se hable más, os veré a mi vuelta, cuando vuelva siendo vuestro héroe.
Se despidió y seguidamente salió por detrás montado en Rocinante, su caballo, en busca de Sancho.
Fue a buscar a Sancho que se encontraba perfectamente preparado, con la protección necesaria y con cara larga, ya que su mujer y él tuvieron una discusión porque era peligroso salir, pero eso no era obstáculo para no seguir adelante, así que después de una larga riña con su señora, la convenció de que iban a volver con la cura y respuestas sobre todo lo que sucedía.

   Cuenta Cide Hamete Benengeli  que Don Quijote se ha saltado las reglas del confinamiento y ha salido a salvarnos a todos de la pandemia, ya estaba cansado de leer tantos informes sobre las posibles causas del Covid-19, así que nuestro Caballero de la Triste Figura va decidido a conseguir una muestra del virus y por supuesto resolver todas sus dudas.
Andaba don Quijote contándole el único plan que tenía a Sancho:
-Sancho, la pasada noche leí una imagen que ponía que el virus realmente empezó en unas praderas que se encuentran en la Mancha y si eso es cierto, me recorreré todos los alrededores de la ciudad para enfrentar a esos gérmenes que andan riéndose de nosotros. –dijo don Quijote con dificultad al hablar por todas las cosas que llevaba puestas. – Así que después de encontrar a esos virus, los voy a destrozar a espadazos.
- Mi señor, no cree que es un poco raro que todo empezara en la Mancha, ya sabe lo que dicen “No creas todo lo que lees en internet solo porque haya una foto con una frase al lado”.
-Sancho, tienes razón, pero eso no significa que no pueda ser verdad, así que vamos fuera de la ciudad en busca de esos insensatos de virus.

  Por fuera de la ciudad, se hallaba un campo de manzanos con manzanas sin madurar, de un color verdoso todas. Don Quijote con la idea en la cabeza, de que el virus se propagó en la Mancha pensó y dijo lo siguiente:
-La ventura guía nuestros destinos -dijo el hidalgo a su escudero-. Ves, Sancho, allí hay cuarenta o más moléculas gigantes del virus rodeando estos campos, con quienes pienso empezar una batalla y acabar con cada uno de ello.
-Señor, ¿de qué está hablando? -dijo Sancho confundido.
-Aquellos que allí se ven con grandes picos, como si fueran antenas verdes -respondió don Quijote.
-Mire vuestra merced -respondió Sancho- que no son virus gigantes, si no manzanos, y lo que parecen antenas son las ramas.
-Me sorprende Sancho-respondió el hidalgo- que no sabes nada de infecciones, porque salta a la vista que son virus gigantes. Y si les temes, déjame a mi que llevo un litro de desinfectante, y ponte en oración, para que no me escupan sus aromas y se me peguen al cuerpo.
  Sancho empezó a gritar advirtiéndole que era una plantación de árboles, pero su amo estaba tan convencido de que eran virus que siguió adelante para destrozarlos a todos. Don Quijote empezó a gritarles como una fiera:
- ¡Alto, gérmenes, malandrines, bellacos! ¡Ya os tengo, y de nada os valdrá vuestras puntiagudas antenas! -Furioso a los árboles les dijo, mientras a espadazos cortaba todas las manzanas de los árboles para después caídas al suelo pisarlas de una en una e ir dejando los árboles totalmente calvos, sin hojas y ni ramas, solo con el simple y debilucho tronco. Y por supuesto después de cada destrozo, rociaba con desinfectante los alrededores del árbol.

  Cuenta Cide Hamete Benengeli, que estos árboles eran de un metro de altura, esto se debía a que hacía no más de tres años que se plantaron y los frutos que daban eran totalmente nuevos, por eso nuestro Caballero de la Triste Figura los destrozaba de tan fácil forma.
 Después de una larga lucha con tantos “virus”, don Quijote volvió con una antena en mano (una rama que contenía dos manzanas) al lado de su escudero, quien se encontraba en estado de shock después de ver todo el desastre que había formado su amo en veinte minutos que estuvieron allí.
-Señor, que hace con esa rama, ¿dónde piensa llevársela? – Dijo a su amo.
-Ahora Sancho, vamos a ir a hacerle unas pruebas a las dos últimas moléculas gigantes del virus que quedan, para que veas lo peligroso que es y dejes de enviarme tonterías, sobre que el virus es solo una burla, para que nos quedemos en casa.
-Pero don Quijote, usted no ha matado el virus, hay miles de “moléculas gigantes” repartidas por la Tierra y el resto de la Mancha.
-Sancho, por el resto no te preocupes, seguro que en cada ciudad hay un caballero igual de valiente e intrépido que yo, que los salvara de los virus que los rodean. – respondió a su escudero con total seguridad.
-Tienes razón señor, seguro que, en el resto del mundo, hay caballeros igual de cuerdos que usted que van destrozando campos enteros de manzanos. -dijo Sancho con tono de burla a don Quijote.
- ¿Te estás burlando de tu señor?, porque si es así ¡vos sois el loco, don hijo de la puta! – gritó el hidalgo a su escudero, que se encontraba riéndose.
-No, mi señor  don Quijote, yo nunca me burlaría de alguien con tan alta sabiduría como la que expresa usted en muchos momentos, aunque halla muchas personas que piensen así, yo creo que usted es una persona que reparte sabiduría, aunque a veces la lujuria le pueda. -dijo con total sinceridad Sancho.
-Gracias Sancho, -dijo alegre don Quijote- ahora sigamos con nuestro camino hasta la casa de Sansón Carrasco, para darte una lección, después de haber acabado con el brote de coronavirus aquí en Villanueva de los Infantes. Si no fuera por ti y tus tonterías que todo esto del virus es una falsa, me volvería ya satisfecho a casa después de haber hecho cosa tan increíble como la que he conseguido.

  Entrando en la ciudad, todos estaban en los balcones de sus casas, cuando de repente dio la casualidad que eran las ocho de la tarde cuando don Quijote y su escudero estaban volviendo y todos empezaron a aplaudir, para agradecer como todas las tardes a las enfermeras y enfermeros que están dando sus vidas por las nuestras. De todo esto, don Quijote y Sancho no estaban enterados, así que lo único que pensaron fue que los aplausos eran para ellos.
-Ves Sancho, seguro que la persona que llevaba el campo donde estaban los gérmenes, ha avisado a toda la ciudad de que los hemos salvado del Covid-19 y han decidido hacernos esta increíble entrada a la ciudad por habernos sacrificado por todos ellos.
-No puede ser, a ver si al final el loco voy a ser yo y no he visto los virus como el resto.
-Sancho, por eso vamos a ir al biólogo, para que te haga ver que esto no es un juego de niños, y es realmente grave.
Pasando por las calles Sancho y don Quijote iban saludando y diciendo a las personas gracias por el apoyo, tampoco había sido para tanto…Pero no se daban cuenta de las caras extrañas que les ponían al decir esas locuras.
Ya en casa de Sansón Carrasco, llaman a la puerta y no tarda más de 20 segundos en atenderles.
-Buenas tardes señores, ¿a que se debe esta, espero que humilde, visita?
-Buenas Sansón Carrasco, venimos a traerle unas muestras del Covid-19, para poder sacar respuestas de todo esto.
-Veo que vais protegidos, pero tomad desinfectante para prevenir. – dijo Sansón Carrasco, cediéndoles el desinfectante.
-Bueno, ¿qué habéis traído para que examine?
-Le traigo señor, dos escalofriantes moléculas gigantes, atadas a una antena de la más grande de todas. -Contó don Quijote a Sansón enseñándole la rama con las manzanas.
-Señor don Quijote, no es por ser grosero, pero esto es una rama de árbol con dos manzanas, ¿qué clase de majadería es esta?
-Usted está loco, esto no es ninguna broma, puede preguntar al resto del pueblo, ellos nos han recibido aplaudiéndonos, después de haber luchado con cientos de estos gérmenes, allí detrás del pueblo se encontraba un gran campo lleno de cientos de estos, que he derrotado y desinfectado yo uno por uno.
- ¿Se refiere al norte de la ciudad, donde se encuentran más de cuarenta manzanos?
-Lo ha definido usted perfectamente bien señor. -respondió Sancho por don Quijote.
- ¿Y decís que los habéis destruido todos y desinfectado? -añadió Sansón Carrasco
-Ya se lo hemos dicho señor, sí, yo soy el caballero que ha salvado a este pueblo del impactante coronavirus.
-Señores no sabéis lo que acabáis de hacer, esos árboles eran de un servidor llevaba tres años esperando a que el fruto creciera, y ahora me decís que los habéis destruido todos, esto es inaceptable.
-Pues voto a tal -dijo don Quijote ya puesto en cólera-, don hijo de la puta, don Sansonillo Carrasquin, o como os llaméis, encima que he salvado a todo el pueblo, usted me dice que no sé qué de unos árboles, vencido y avergonzado va ir, con el rabo entre las piernas.

  Sansón Carrasco, viéndose tratar de aquella manera, los echó fuera de su casa y cuando ya estaban en la calle, dio la casualidad que se encontraba dando vueltas guardias de la corte, Sansón siendo un personaje públicamente famoso, disponía de  un poco más de seguridad que cualquier otro campesino, así que Sansón les pegó un grito, diciendo lo más rápido posible lo que había sucedido y ahí fue cuando don Quijote y Sancho empezaron a correr, los persiguieron durante tres minutos, ya que no paraban de dar vueltas, hasta que se separaron. Don Quijote consiguió meterse en un establo entre caballos, donde pasó la noche y Sancho en un pajar que se encontraba en una de las calles donde también tuvo que estar un buen rato hasta que se despejase todo, menos mal que no les vieron las caras, al fin y al cabo la mascarilla tiene más usos de los que se imaginaban nuestros aventureros.



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